En Semana Santa se peca y se reza
Gran diversidad en las actividades religiosas
Por: Luisa Pulgarín Martínez
El centro de la ciudad está en silencio, sus locales cerrados y unas cuantas trabajadoras sexuales con sus escotes y tacones apoderándose de las esquinas de la calle 18, excitando a los transeúntes a que coman de la carne prohibida en el jueves santo; para esta fecha, los ciudadanos aprovechan para ir de viaje, recorrer las distintas iglesias de la ciudad, o para descansar en casa.
Por la Carrera Séptima pasa mucha gente, unos a pie, otros en cicla, con el ideal de llegar hasta la Plaza de Bolívar e ingresar a la Catedral Primada a escuchar la misa y toda la programación que ésta ofrece en la Semana Santa. En la iglesia se siente paz y tranquilidad, la gente está en silencio, con los ojos cerrados y algunas caras denotan felicidad y otras tristeza; pero en sí, todos están pidiéndole a Dios.
Los sahumerios, las imágenes religiosas y los vendedores ambulantes hacen parte de ese recorrido por la Carrera Séptima, la gente compra, algunos sólo observan y otros se toman fotos con las distintas estatuas humanas disfrazadas de santos con el fin de que se les dé una moneda; al parecer este trabajo no es tan lujurioso para la gracias de muchos creyentes.
En la Semana Santa se vio de todo, pues hubo variedad a la hora de escoger el plan. Que diría mi abuela con los espectáculos callejeros de teatro, la gente bebiendo en tienduchas con el volumen de la música fuerte al son de rancheras o las mujeres vendiendo su cuerpo, dando muestra de los pecados capitales de los que todo el mundo habla.
Los programas televisivos ya no san tan santos como antes. En anteriores épocas los niños no podían ni jugar, ahora ellos se levanta con los padrinos mágicos y a su vez la poca iniciativa de sus padres para corregirlos, ¿quién diría lo que pasa con los espectáculos que la iglesia ofrece a los feligreses?. Se ve todo el tiempo en los periódicos y en los medios de comunicación.
Ahora nosotros elegimos si pecamos o rezamos, ¿A dónde va la sociedad?.
El centro de la ciudad está en silencio, sus locales cerrados y unas cuantas trabajadoras sexuales con sus escotes y tacones apoderándose de las esquinas de la calle 18, excitando a los transeúntes a que coman de la carne prohibida en el jueves santo; para esta fecha, los ciudadanos aprovechan para ir de viaje, recorrer las distintas iglesias de la ciudad, o para descansar en casa.
Por la Carrera Séptima pasa mucha gente, unos a pie, otros en cicla, con el ideal de llegar hasta la Plaza de Bolívar e ingresar a la Catedral Primada a escuchar la misa y toda la programación que ésta ofrece en la Semana Santa. En la iglesia se siente paz y tranquilidad, la gente está en silencio, con los ojos cerrados y algunas caras denotan felicidad y otras tristeza; pero en sí, todos están pidiéndole a Dios.
Los sahumerios, las imágenes religiosas y los vendedores ambulantes hacen parte de ese recorrido por la Carrera Séptima, la gente compra, algunos sólo observan y otros se toman fotos con las distintas estatuas humanas disfrazadas de santos con el fin de que se les dé una moneda; al parecer este trabajo no es tan lujurioso para la gracias de muchos creyentes.
En la Semana Santa se vio de todo, pues hubo variedad a la hora de escoger el plan. Que diría mi abuela con los espectáculos callejeros de teatro, la gente bebiendo en tienduchas con el volumen de la música fuerte al son de rancheras o las mujeres vendiendo su cuerpo, dando muestra de los pecados capitales de los que todo el mundo habla.
Los programas televisivos ya no san tan santos como antes. En anteriores épocas los niños no podían ni jugar, ahora ellos se levanta con los padrinos mágicos y a su vez la poca iniciativa de sus padres para corregirlos, ¿quién diría lo que pasa con los espectáculos que la iglesia ofrece a los feligreses?. Se ve todo el tiempo en los periódicos y en los medios de comunicación.
Ahora nosotros elegimos si pecamos o rezamos, ¿A dónde va la sociedad?.
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